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Claraboya

Diecisiete de febrero

Diecisiete de febrero

Miro hacía arriba, un reloj me vigila desde la pared de enfrente, me mira inquisidoramente, empujándome con el látigo riguroso de su minutero, como si no contara mi opinión, de como medir el movimiento de mi vida, el transcurso de mis días. Sin embargo hoy, no estoy dispuesta a dejarme amedrentar por su rigor, sigo caminando a mi propio ritmo, como si el camino que estoy trazando en este momento, fuera lo único real de mi existencia, lo único que importará.

En este momento no me importa mucho llegar demasiado pronto, no contemplo la posibilidad de llegar demasiado tarde, quizás por que de una forma intuitiva siento que el momento en el que llegue, será el momento adecuado para hacerlo.

¿Hacía donde voy? No estoy muy segura de ello, pero creo que eso tampoco importa demasiado al menos por esta vez, así que a pesar de que el sentido de la orientación no es el mejor de mis sentidos, va a ser imposible que me pierda. Creo que éste, va a ser uno de mis mejores viajes. Vuelvo a mirar el reloj de tiempo, sigue marcando la misma hora que antes, seguramente mi determinación le ha disuadido de su cruel misión. Ahora yo soy la única que decide cuanto tiempo pasa de un minuto a otro, durante unos instantes una densa quietud me alcanza, me observo, estoy paralizada, logro arrastrar mis pies, mientras las manecillas del reloj enloquecen para recuperar el tiempo perdido.

Brisa Urbana

Fotografía: Brisa

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