La música de tu vida
Escucho y empiezo a suponer. Lo supuesto se convierte en ley. La ley en realidad, la estoy creando sin tomar conciencia de ello. Una música empieza a sonar en mi cabeza. Me persigue célula a célula por todo el cerebro, nada parece poder detener su efecto dominó. El miedo se expande invadiendo hasta mi última defensa, casi me vence. Pensamiento a pensamiento empiezo a derrumbarme, queda en píe una última voluntad, que se mantiene firme. Las que están en el suelo musitan, solo cabe una conclusión "No puedo, no lo voy a lograr, no va a ser posible". Se cierran al error.
Espera. Una voz empieza a resonar en mi interior, se escucha lejana, no puedo entender lo que dice, siento de nuevo el miedo, tapona mis oídos, pero la voz se hace más fuerte, me llega su calor, su sabiduría, su serenidad. Ahora la escucho nítida, casi grita ESTAS SUPONIENDO. NO SUPONGAS ¡¡
Han transcurrido solo uno o dos minutos, tiempo suficiente para cambiar mi vida para siempre. No es que el acontecimiento en sí tuviera una especial relevancia, pero nuestra vida se redirecciona segundo a segundo. Solo necesitaba preguntar y al hacerlo, mi vida recupera la calma, el ritmo, suena una música, que voy componiendo sobre la marcha.
Suponer, es una manera de morir, es abandonar a su suerte la verdad. La verdad solo se logra cuando nos somos fieles, solo a nosotros, lo demás es poner una intención. Demasiado subjetivo. Morir implica haber vivido antes.
Vivir es acceder a nuestra música interior. Escucharla y que los demás la escuchen. Es bailar con ella, es ser la música que suena, permitir que se enrede en nuestra piel, que se funda en otras, es dejarnos llevar por sus caricias, hasta alcanzar el clímax y entonces permitir que pare, consiguiendo que el tiempo se detenga, se haga infinito. Recuperar los sueños, creando nuevas realidades que den sentido a nuestra existencia.
Brisa Urbana
Imagen: Andrew Atroshenko. Gracias Clo.
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