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Claraboya

Relatos

La vida que te queda por vivir

Eran las cuatro de la tarde, me apetecía leer, aunque una singular somnolencia me estaba empezando a acariciar la mirada, cerré unos segundos los ojos como para asegurarme de que estaba despierta y aún podía decidir, pero cuando desee abrirlos de nuevo, ya no me obedecieron distraídos ante las imágenes que empezaban a mostrarse ante ellos.

Ahora al pensar en el recuerdo ¿del sueño? aún puedo ver la letra especial y los bonitos y extraños dibujos que expresaban mil momentos vividos. Empecé a leer aquel texto, primero con curiosidad, luego con avidez , con lágrimas, con risas, con pasión, con tristeza por los sueños rotos y con ilusión por los sueños vividos. Las palabras se iban escribiendo al mismo ritmo que mi mirada se reflejaba en el papel blanco, así pude volver a revivir desde fuera y desde dentro mi propia historia, extraer el aprendizaje que cada acto que cada momento vivido deseaba aportarme.

Había momentos en que realmente podía sentir paso a paso, beso a beso cada una de las sensaciones que había despertado en mí, pero.... lo que en verdad me hizo pensar, fueron algunos párrafos con los que no me sentía para nada identificada, era como si al no haberlos elegido yo, no me pertenecieran, como si en realidad aunque formaban parte de mí vida no hubiera sido yo quien los hubiera vivido.

De esos párrafos, tristemente encontré muchos, eso al final me llevo a la reflexión, sobre haber dejado pasar tantos momentos en blanco por no atreverme a decir NO, por se excesivamente flexible, por.... ¿buscar la aceptación ajena?, no dejaba de preguntarme ¿como podía haber dejado en tantas ocasiones de vivir mi propia vida?

Decidí coger tippex y borrar lo que no me gustaba, pero no me estaba permitido, no funcionaba sobre aquella tinta, sentí vergüenza de mí misma, tanta, que unas lágrimas empezaron a brotar de mi triste mirada, una de ellas fue a parar al libro y cayó en una de sus páginas, entonces algo sucedió, empezaron a aparecer muchas nuevas páginas en blanco y como si de un nuevo libro se tratará en la cabecera de la primera de las páginas una frase, “La vida que te queda por vivir” puedes hacer con ella lo que desees, no puedes borrar el pasado pero si la forma en que lo percibes, pero lo más importante es que tienes presente, y puedes continuar escribiendo palabras en el libro de tu vida, VÍVELA y no dejes que nadie la viva por ti porque está vida es la tuya.

Brisa Urbana

Arena y Mar

Fui a acariciar la suave arena con mis pies, pero ella irritada me rechazó, ofreciendo su lado más oscuro, el rechazo adquiría su forma, como una oleada de calor, por una especie de sarpullido táctil, en forma de bolitas compactas que pujaban por filtrarse a través de mi piel.

Cada día cuando bajaba a aquella playa solitaria se daba el mismo fenómeno, sobre todo cuando despojada de mí ropa caminaba lentamente hacía el mar, y la arena húmeda ocultaba a mi paso las pichinas, que luego al pasar dejaba escapar con los consiguientes cortes que producían en mi delicada piel.

Nunca expliqué a nadie aquella sensación que me producían mis paseos solitarios por la playa, siempre percibía una mirada oculta, siempre percibía que no estaba sola pero curiosamente existía como una tercera fuerza que pujaba por salir.

Aquel día me sentía eufórica, por fin mis problemas parecían empezar a disolverse en una especie de luz, por eso al llegar a la playa, corrí alegremente por la arena, no sentí el calor habitual, no me fije como solía hacer cada día en la hermosura de su color azul, que contrastaba con el color terroso de la arena, simplemente fui tirando mis prendas en mi loca carrera hacía el agua, pero al llegar a la orilla alguien cogió mi brazo, giré mi rostro y vi el hombre más perfecto que jamás hubiera imaginado, la perfección de su cuerpo me hizo estremecer, pero al mirarle a los ojos lo que se estremeció fue mi alma, eran los ojos más azules y más transparentes que jamás hubiera visto, me atrajo hacía así y me beso apasionadamente los labios, fue un beso de amor, de locura, que al principio no supe y luego no pude rechazar.

Luego tal y como había aparecido fue como engullido por el mar, como si nunca hubiera salido de él, como se esa dualidad que había existido unos minutos antes hubiera desaparecido. Entonces fue cuando sentí la humedad bajo mis pies... primero una gota, luego dos, luego parecía que toda la arena estuviera envuelta en una humedad inexplicable, por un momento percibí una silueta de mujer, de mujer hermosa, bronceada por el sol, con lágrimas en los ojos.

Supe, como sólo las mujeres sabemos y podemos distinguir, el amor que la arena cálida, abrasadora sentía por ese mar, en forma de hombre, que hacía escasos minutos me había besado, en un beso de sal que jamás olvidaré, supe que no debía interponerme en su amor, supe que desde aquel día en que deje aquella playa, el mar bañaba con pasión las orillas de aquella arena y en cada acercamiento humedecía con su agua, con su bravura cada poro de aquella arena que ahora brillaba feliz, teniendo a su amor sólo para ella.

A veces cuando me asomo a través del paseo marítimo a esa maravillosa playa no puedo dejar de percibir su mirada azul y la pasión de su beso, luego cuando miro hacía la arena y recupero como una sombra de lo que fue por un segundo mujer, percibo un guiño cómplice dorado, granulado que hace que esa playa sea la más hermosa de todo el litoral.
Nada que el amor no pueda conseguir.

Brisa Urbana

Desde la ventana de enfrente

Caía la tarde, esa iba a ser su última noche en la ciudad por eso Georgina deseaba que fuera especial, pero era difícil convertir una solitaria noche en algo especial.

Habían transcurrido dos meses desde que la empresa en la que trabajaba le había hecho su oferta, cuando Gina aceptó, sólo pensó en que necesitaba un cambio de aires. Tras la ruptura de su última relación, la rutina estaba empezando a asfixiarle y ese fue el detonante que le hizo aceptar y no la ambición por el cargo, ni lo que económicamente representaba.

Durante dos meses había vivido para el trabajo, pero eso la había ayudado a olvidar, a calmar el sufrimiento, lo más parecido a una amistad, se había producido con Luis un compañero con el que había tenido que compartir casi todas sus horas, pero a pesar de lo atractivo que resultaba, a pesar de que mal vivían en habitaciones separadas por un escueto patio de luces en el mismo hotel, su relación extra-laboral se había limitado a alguna comida o cena fugaz y a un que otro beso en la mejilla en las despedidas, sin embargo lo había sentido tan cercano, como si de su alma gemela se tratará, y por alguna extraña razón lo consideraba como un gran amigo.

Una sonrisa maliciosa rozó los labios de Gina al recordar lo descaradamente atractivo que le resultaba Luis, quizás fue ese pensamiento o el saberlo como cada noche apoyado en el marco de su ventana, recordando sus miradas furtivas hacía su habitación lo que le llevó a su fantasía más alocada en sus últimas noches de soledad.

Pero fuera eso, fuera el calor, fuera el último cóctel que la empresa había dado en su honor o ese baile convertido en un abrazo cálido con su estimado Luis, fuera lo que fuera, en un impulsivo acto de despedida, Gina decidió llevar a cabo su fantasía.

Lo sabía como cada noche en la ventana observando distraídamente entre los finos visillos, así que entreabrió ligeramente la puerta de espejo de su armario, puso música en el lector de CD y comenzó a bajar lenta, muy lentamente la cremallera de su vestido de fiesta, disfruto cada segundo como si su cremallera tuviera vida propia, cuando llegó al final dejo caer su vestido, con elegancia como había visto hacerlo en más de una ocasión a alguna de sus actrices favoritas.

Por un momento dudo en continuar, pero mañana estaría lejos, así que sin mirar, como si ignorará su presencia, continuó con el top de encajes negros, desabrochó uno a uno los corchetes y suavemente casi al ritmo de la música abrió uno a uno dejando poco a poco entrever su delicada lencería interior. Aquel día había escogido cuidadosamente sus prendas, cuando lo hizo pensó únicamente en el placer de sentirse bella para sí misma, pero ahora todo estaba adquiriendo una connotación distinta, que se olvidó de describir.

Nunca le habían gustado esas medias enteras, así que para la ocasión se había decantado por usar unas medías con liguero, había encontrado justo lo que necesitaba en aquella selecta tienda del hotel, y aunque había resultado un lujo un poco caro, al comprarlo había pensado que era lo mínimo que podía hacer por ella después de dos meses de duro trabajo, ahora nuevamente se alegraba de haberlo hecho, comenzó a desabrochar el liguero a separarlo de sus medias, se quitó cuidadosamente sus zapatos de tacón y fue con sumo y delicado cuidado bajando primero una media, dejando que ésta le acariciará la pierna, luego la otra..... después......., después sonó el timbre de la puerta de la habitación, Gina, recordó en aquel instante que estaba esperando un último fax, su último vínculo entre la empresa, la ciudad y ella misma, así que corrió al baño, descolgó el albornoz y lo ajusto a su cuerpo como pudo. Entreabrió ligeramente la puerta y alargó la mano, en lugar de un papel, encontró una rosa blanca y una botella de cava, detrás sólo vio una sonrisa, la de Luis, en unos segundos sopeso si abría o cerraba nuevamente la puerta y entonces........

Brisa Urbana

Perdida de oportunidad / Parte II

“Chaman”, era el apodo con el que dejo su último empleo, cansado de su actividad burocrática tan lejos de su verdadera vocación.

-Hospital General precisa de Director para reincorporación inmediata, así rezaba el anuncio, o más bien, lo que ahora recordaba de él que le llevo a el puesto que ocupaba-

No lo dudó ni un instante, y ahora estaba allí, en la residencia remota en un lugar perdido y a la vez idílico

Ubicada en una preciosa bahía, desde la que divisar eternos atardeceres, con alojamientos estilo “suite” para sus inquilinos, con enormes espejos, y un precioso jardín inundado de árboles, bajo cuya sombra se alineaban bancos multicolores que esperaban a los transeúntes cotidianos.

El, la había visto a lo lejos, y una atracción indefinible le coloco a su lado en el rincón más hermoso del jardín, en el mismo instante en que ella se desplomaba la recogió prácticamente al vuelo, y así se quedo durante algunos minutos observándola, una sonrisa de ternura le iluminaba el rostro mientras su corazón cambiaba de dueño…

Carla, que así se llamaba la mujer de la que se había enamorado desde el lado infinito de su corazón, fue trasladada al hospital donde él trabajaba, durante todo el tiempo que duró el examen, Carla estuvo prácticamente inconsciente, sólo durante unos segundos, ella abrió los ojos..... pero en aquel único instante en que sus miradas se cruzaron Chamán entendió que Carla tenía que curar algo más que su cuerpo maltrecho, tenía que curar otras heridas, por las que sus conocimientos médicos poco podían hacer, pero si su amor recién nacido.

Cuando Carla empezó a sentir nuevamente su cuerpo, una tormenta de espesos nubarrones, empezó a cubrir el cielo de su mente, deseaba no despertar, continuar su sueño, pero en ocasiones necesitaba abrir los ojos para conectarse con la realidad, empezó a acostumbrarse a su sonrisa cada vez que cedía a su impulso, y poco a poco su sonrisa, se ampliaba y no sabía como cada vez abarcaba más y más espacio, hasta que un día decidió dejar sus ojos abiertos, para ver aquel hombre de tez morena, que día tras día le acompañaba en su soledad, hasta que un día se dio cuenta de que ya no estaba sola.

Carla no recordaba como había llegado hasta allí, no recordaba quien era, y como era su vida, pero confió, confió como su intuición le decía no había confiado jamás, poco a poco las pericias médicas fueron sanando su cuerpo, y poco a poco ella, empezó a sanar su alma, primero le puso unas dosis de ilusión, de esperanza, pero lo que realmente la curó fueron las grandes dosis de amor que recibió.

Al cabo de tres semanas, Carla salía del hospital, seguía sin recordar muchas cosas de su pasado, pero tenía un hermoso presente, y un esperanzador futuro, aquella tarde mientras paseaban por la bahía cogidos de la mano, un hermoso atardecer rodeo sus cuerpos mientras se besaban apasionadamente, sus cuerpos sincronizados trazaban círculos, al ritmo de una música imaginaría.

Brisa Urbana
Coautor: "La Mirada del Angel"

Agradecimientos a Quique, por su sugerencía y colaboración y a tod@s vosotr@s por hacer que un simple relato, se convierta en algo más, gracias a vuestros enriquecedores comentarios y sugerencias.

Perdida de oportunidad / Parte I

Su sueño se había truncado, después de días de soledad, de espera, en aquella bella bahía, el sol ahora oculto tras la suave línea del horizonte, se apagaba, al mismo ritmo lento pero continuado de sus esperanzas.

La mujer que se había reflejado en la mañana en el espejo, distaba mucho de ser la misma que ahora reposaba su mirada en la distancia, ajena a las figuras que se cruzaban en su camino y a las que trataba de esquivar, sin demasiado éxito.

Había desaprovechado su oportunidad y el destino no había querido regalarle otra, y tal y como estaban las cosas, el cansancio que ahora acumulaba su existencia le impedía moverse con la agilidad y dinamismo que la caracterizaban.

La espera había terminado y sus pasos se encaminaron, a aquel pulmón de oxígeno que otras veces le había servido de catalizador para recuperar la energía perdida, estaba a corta distancia de donde se encontraba, por lo que pudo llegar sin demasiada dificultad.

Dejo caer su pequeño cuerpo en aquel viejo banco, y ella se dejo resbalar por entre sus maderas astilladas y descoloridas, su color también se había vuelto verdoso, empezaba a sentirse enferma, aunque no era capaz de distinguir, si ese estado era fruto de un malestar venido como respuesta de su cuerpo o de su alma.

No conocía a nadie en esa ciudad, por tanto con la despreocupación que le permitía la angustia que en ese momento experimentaba, no se preocupo de aquella figura borrosa con la que minutos después compartió el banco. De hecho lo ignoro conscientemente. No deseaba ni siquiera un contacto visual, con nadie que no fuera ella misma, y mucho menos una conversación trivial con algún desconocido, por eso no movió ni un solo músculo y continúo en su letargo ajena a todo, incluso a sus sentimientos.

Su estado duro poco, de hecho empeoro en los siguientes minutos, había olvidado tomar su medicación, lo recordó en el último segundo, justo cuando su cuerpo rozaba la madera, caía irremediablemente y su cabeza se golpeaba con el suelo.

El impacto no lo notó, cuando abrió los ojos, no vio las batas blancas, ni las mascarillas, ni la camilla, ni le importó donde se hallaba, vio una sonrisa que le tranquilizó, aquel médico parecía más un chamán que un residente de un gran hospital, mientras se sumía en un profundo sueño dejó su vida en sus manos, y decidió no ocuparse ella de su recuperación, en realidad poco le importaba.
Brisa Urbana

Perseverancia

Las notas empezaron primero a resbalar del instrumento, desfiguradas, desdibujándose en la estancia, eran notas recién nacidas, con ese olor a nuevo que tanto me gusta. Empecé a sentir el cosquilleo que se producía en mi espíritu cuando estaba a punto de ocurrir algo a lo que debía prestar atención. Pero en aquel pequeño antro, por poner algún nombre al sitio donde me encontraba, no se me ocurría que cosa relevante podría ocurrirme.

Cerré los ojos, acomodé mi cuerpo a aquel diminuto y colorido sillón, que no encajaba en absoluto con la decoración tosca del lugar, y dejé a mis pensamientos bailar al ritmo de la música, que ahora empezaba a tener forma y color, al igual que ocurre con las pinturas, que tras las primeras pinceladas, empiezan a dejar entrever la belleza que después se reflejará en nuestra mirada.

Ensimismada en mis pensamientos y concentrada en la imagen que me devolvía el espejo que tenía situado frente a mí, que reflejaba mi lado domesticado y mi lado más salvaje conviviendo en perfecta armonía, no percibí a la silueta que entre las sombras que se descolgaban como cuadros de las paredes, empezó a dibujarse en ese mismo espejo.

Para cuando lo vi ya era tarde, sus labios ya se acercaban a los míos y tuve el tiempo justo de rodearlos con mi mejilla. La cara del hombre no cambio de expresión, para cualquier observador neutral la escena habría pasado desapercibida, pero yo le conocía lo suficiente, para saber que bajo la frialdad de que quería dotar su expresión, en ese momento en su interior un remolino de emociones, pugnaban por desatarse y fundirse en un cálido abrazo mezcladas entre las mías.

Sin embargo nada de eso ocurrió. Su tez morena, que contrastaba con mi blanca piel, sus ojos claros, que contrastaban con mi oscura y profunda mirada, sus labios que guardaban celosamente una mueca en forma de sonrisa, contrastaban con mi sonrisa que enmarcaba una cara. Sin embargo mi sonrisa expresaba tristeza de hecho poco a poco empezó a disiparse entre mis recuerdos.

Hacía ya un año que nos habíamos separado, en un día en que nuestro amor escapó a nuestro entendimiento, al principio me convencí que detrás de cada noche, vendría un nuevo amanecer, pero el amanecer, cada día tardaba más en despuntar, y poco a poco la oscuridad lo invadió todo.

Yo, por aquel entonces componía canciones, pero para que mi creatividad diera sus mejores frutos, necesitaba de la experiencias propias o ajenas, y en los últimos tiempos mi vida se estaba despoblando, los días en los que yo era amor, se estaban trasladando de ciudad, y eso hacía que las letras que componía sonaran huecas, vacías.

En este momento no estoy segura, de cuantos minutos pasaron, hasta que recuperamos la capacidad de hablar, de comunicarnos con algo más que no fueran nuestras miradas.

La primera en hablar fui yo, intenté que mi tono sonará tan dulce como siempre......y la pregunta salió como si otra persona la hubiera formulado.

- ¿Qué te ha ocurrido, pareces tan distinto....?

Ahora al fijarme mejor y estudiar con detenimiento su expresión, pude ver cosas que hasta ahora habían pasado desapercibidas, pude comprobar que su mirada no parecía tan fría como en un primer momento había podido vislumbrar, casi la vi cálida, sentí que esa mirada estaba intentando expresar algo, ya que sus palabras parecían no querer acompañarla.

El contesto, con un escueto:

- Es que ya no soy el mismo, éste hombre que tienes ante ti es distinto. Deje mi cargo de alto directivo, abandoné el mundo de la empresa, huyendo de ese yo que me era tan desconocido, y que me había obligado a dejar lo que más amaba, yo le odiaba por eso.
Por ello, me obligue a huir a alejarme de él, tanto, que ahora el hombre que tienes ante ti sólo conserva un pequeño recuerdo en su alma de aquel que fue, para evitar volver a encontrase con él.

Hablamos hasta el amanecer, un amanecer que compartimos. Con los primeros rayos de sol, nuestras vidas volverían a separarse, yo viajaba a un rincón remoto y él debía colaborar con sus aportaciones para un artículo en una importante revista, sobre uno de los lugares más bellos y más pobres que pueblan nuestro mundo.

No quisimos compartir nuestros destinos, pensamos que sería muy triste imaginarnos tan lejos físicamente y tan cercanos en nuestros corazones. Así que una vez preparados, nos dirigimos a la salida del hotel con nuestros equipajes, nuestras ojeras, que denotaban la falta de descanso, y nuestra tristeza, que era lo que más nos pesaba del equipaje.

Paramos un taxi y esta vez deje que sus labios y mis lágrimas se besaran, dejé que me corazón se quedará entre sus cosas, y él supo que se lo llevaba enganchado a su piel. Cuando el taxi arrancó grito algo, pero el viento que entraba por la ventanilla abierta sólo me entregó un rompecabezas con sus letras, que no sabía como descifrar.

No conservo ni un vago recuerdo de las horas que pasé en aquel avión, ninguno, los borré de mi mente, incluso antes de que finalizará el viaje, mi avión hizo dos escalas, se alargo 10 horas más de lo previsto, es mi único recuerdo, eso y que cuando viaje del avión con los ojos hinchados y rojos por lo que supongo fue un continuo llorar, mi mirada veía borroso y casi no pude distinguirle entre los pocos visitantes del aquel remoto aeropuerto. Sólo me enteré que estaba allí, al sentir la dulzura de su voz al susurrar mi nombre resbalando por mi piel en forma de beso.

De cómo supo como y donde encontrarme nunca me lo dijo, y realmente ahora ya no me importa mucho, por que en estos días......mientras estoy junto a él.....

DETRÁS DE CADA NOCHE, LLEGA UN NUEVO AMANECER.

Brisa Urbana.

Nuestra historía

Este relato es nuestro y me hace mucha ilusión, espero haber sabido plasmar vuestro "saber" , "colaboración" , "entusiasmo" y "originalidad". Gracias a tod@s.
Lua, Moonsa, Quiara, Ineaiah, Corazón, Joaquin, Odyseo, Marta, Anna, Lorenzo, Tonificante, Fugitivo, Kapa, Hija de La Luna, Turandot, Miramar, Mary, Ivan y Fuz Nerviros.
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Les miré, primero al uno, luego al otro, pensando en la monotonía que me había llevado a esta situación y esperando que alguno de los dos se llevara mi miedo y mi angustia con la misma magia que les había hecho salir de la nada.

Ninguno de los tres habló durante unos minutos, yo, todavía conmocionada por lo ocurrido, trataba de buscar algunas palabras de agradecimiento para mis dos desconocidos. Ellos, de pie frente a mí, trataban de ponerle nombre al miedo que habíamos pasado.

Miré al horizonte. Cerré los ojos. Los volví abrir y susurré un inaudible "Gracias".

De pronto me di cuenta de que había vuelto a nacer, a partir de ese momento entendí el valor de la vida y la segunda oportunidad que aparecía en mi camino.

Pensé que a partir de ese instante debía empezar a vivir de una nueva manera, en un nuevo mundo basado en los sentimientos y sensaciones y no en los objetos, las propiedades y el dinero que poseía.

En unos minutos, descubrí que no importaba el tiempo ni el lugar, la compañía o la soledad, sino poder disfrutar en el momento preciso de la ayuda que alguien nos puede brindar y de las cosas que podemos hacer por los demás.

Después más tranquila decidí presentarme y preguntar sus nombres, Cesar (el joven moreno de ojos color miel) y Miguel (el otro ocupante de la Harley......), ellos quisieron saber de mí.....tantas cosas...... aquello fue el comienzo de un gran amistad, que luego irremediablemente se convirtió en tantas otras cosas........entre ellas lamentablemente una historia a tres bandas.

Regresamos ...... no voy a entrar en detalles precisos sobre como, sólo decir que allí nos quedamos los tres, hasta que llegaron los servicios de urgencias, formando un extraño trío.

Nuestra primera cena tubo lugar un semana más tarde, teniendo como telón de fondo, el mar, las estrellas y una noche cálida en la que tres corazones se fundieron, luego sólo quedaron dos, y después un solo corazón que desde entonces vaga entre las sombras de los recuerdos.

Desde la noche de nuestra separación he despertado tantas veces bañada en sudor... Hacia tiempo que no tenía esa pesadilla, o sólo era un recuerdo...

De nuevo me volvía a ver a mi misma conduciendo en la autopista del destino, con los mismos sentimientos que aquella vez, los que me enturbiaron los sentidos, los que me llevaron a él.

Ahora que no está, se repite la escena, imaginando que el milagro se repite, imaginando que lo mejor del sueño se vuelva a hacer realidad.... observando mi coche en llamas, absorta y paralizada ante el impredecible baile de llamas que lanzaban a la atmósfera un humo negro.

El cielo de aquél desierto plomizo y amenazando llover. Primero una gota, luego otra me retornaron ante mis doloridas piernas pero ay!!! ¿Donde estaban mis dos salvadores? acaso no notaba aún en mi cuerpo la fuerza con la que me habían rescatado de mi tumba de hierros y cristales. Enormes gotas descendían de mi pelo y distorsionaban mi visión, las llamas temblaban...En mi sueño, la lluvia ahogaba las esperanzas de agradecer la heroicidad a mis ángeles de la guarda.

Porque en eso momento los sentía así como ángeles, una vez pasado el peligro su humildad y honestidad les hacía huir de todo protagonismo y les apartaba de un mundo que no era el suyo.... ¿Era eso real? ¿Existieron esos hombres? ¿Existo yo? podéis creer en mis dudas o no, pero qué más da......

¿Dos? Qué digo dos solo uno, por un momento creí estar delirando, ¿debía visitar un médico?, empezaba a evadirme de mi mundo demasiado a menudo, desde aquella última noche......

Volvía a ver su mirada color miel.... oía el sonido de puño golpeando la ventana de mi coche....de repente me di cuenta de donde estaba, había vuelto al lugar donde nos encontramos por primera vez, había parado el coche en el arcén, al lado de aquel extraño semáforo, necesitaba recordar...

Volví a oír el sonido insistente, por fin levanté la mirada, al principio pensé que se trataba de un policía, que me había quedado dormida al volante o que estaba de copas en el infierno, pero cuando le miré más fijamente, se quito el casco y .....allí estaba él con su caballo de hierro y caucho, ahora sólo estábamos él y yo..... y él me miraba tan dulcemente, que el tiempo se detuvo de nuevo y supe que cuando reanudará mi camino, ya no lo haría sola, caminaríamos juntos de la mano, hacía el infinito.

¿Juegas con mi relato?

Si pudieras escoger que sentimientos indefinidos sentía la protagonista ¿Cuál le pondrías?. Si pudierás escribir la primera linea de como continuaría ¿Que decidirías?
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Yo continuaba conduciendo, absorta como otras veces en mis pensamientos, ajena a todo, excepto al asfalto y al volante que entre mis manos empezaba a tornarse pegajoso y húmedo, resbaladizo.

La humedad podía provenir de mis manos o de alguna lágrima que resbalaba por mi cara, mientras parada en algún semáforo apoyaba ligeramente mi mejilla sobre el cuero negro.

La carretera parecía indefinida, igual que los sentimientos que me acompañaban en ese corto viaje, ese fue el único motivo que me decidió a hacerlo, su brevedad......

El sonido de un claxon me devolvió a la realidad, la realidad era una carretera solitaria, una Harley que parecía haber salido de la nada y mi vehículo, esa era toda la realidad que mis ojos empañados consiguieron percibir.

Mi instinto me puso en alerta máxima. Súbitamente mi cuerpo se tensó, mi mirada escudriñaba los alrededores en busca de algo o alguien que justificará esa sensación que empezaba a crecer por momentos y que me indicaba que allí cerca, oculto, alguien estaba observando.

En esos pocos segundos en los que se desarrollaba la escena, aún tuve tiempo de observar el sol en una tonalidad naranja que seductor se sumergía entre las olas una y otra vez, refrescantes , atrevidas, juguetonas, con su olor..., con su color, con su pasión, quizás por eso el sol se resistía a ocultarse.

Busqué mi móvil, pero ....no había cobertura, en aquel lugar perdido en el tiempo “no había cobertura”.

Cuando quise volver a mirar un joven estaba situado en la parte delantera del vehículo, parecía que se disponía a cruzar aquel desierto gris... y me miraba, me miraba de una forma extraña, el joven de la Harley no había movido ni un solo músculo pero su mirada también estaba clavada en mi, se había quitado el casco, su melena oscura, su tez morena y sus ojos color miel, le daban un aspecto cálido, mi miedo empezó a disminuir lenta, pero que muy lentamente.

Ambos empezaron a hacerme señas primero ligeras, casi imperceptibles, después más marcadas, ahora eran ellos los que parecían estar poseídos por un miedo me recordó un animal que esta en peligro que se siente atrapado, pero al fijarme en la nube de humo que se iba haciendo más densa me di cuenta que la que estaba en peligro era yo.

El primero en reaccionar fue el motorista se dirigió a la puerta de mi vehículo e intento abrirla pero ...no cedió, desde dentro hice lo propio, pero la puerta se encontraba atascada, mire una vez más pero el segundo hombre no se veía, habría huido por miedo a que el vehículo explotará.....

El golpe sonó seco pero consiguió su propósito y rompió el cristal, mi agilidad y mi figura delgada me permitieron saltar por el hueco que había conseguido forjar, desde fuera me ayudaron a salir, unos escasos segundos, una carrera precipitada y el motor del que la última visión que tuve fueron sus llamas explosionó de forma contundente.

Ahora mi cuerpo empezaba a temblar desobedeciendo cuantas ordenes le mandaba mi cerebro de que se tranquilizara, estaba allí magullada, sin nada, sola sin siquiera mi compañía, entre dos desconocidos, eso sí dos desconocidos que acababan de salvar mi vida.

Brisa Urbana

Latidos de Amor

Hoy mientras escribía esta historía de amor, me preguntaba si no es subrealista escribir acerca del amor, aunque sea un relato, en un mundo donde parece predominar el odío en todas sus manifestaciones. He optado por continuar con el relato, porque yo necesito experimentar el amor, leerlo, escribirlo, sentirlo, transmitirlo, es como un oasis en mi mundo que intento extrapolar en forma de pequeña partícula a otros mundos.
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Los pasos cada vez sonaban más cercanos o quizás era su corazón que a cada nuevo latido, lo hacía de forma más intensa, a la par que su ritmo se aceleraba..

De repente todos los sonidos cesaron y sólo quedó el eco del silencio..... y una sombra que en la penumbra empezaba a adoptar formas extrañas, Marta sabía que sólo podía ser la sombra de alguien que ella conocía muy bien. Sólo él podía saber de ese lugar........pero la intensidad de ese momento dotaba a la sombra de vida propia, de color, de lenguaje, de un lenguaje que solo compartían dos personas, era su idioma, el idioma del amor, de amor de otro tiempo, pero amor al fin y al cabo......

El agua empezó a caer de forma intensa, la luna en unos instantes quedó oculta tras las nubes, el sonido del río quedó ocultó también bajo el estruendo de los truenos.....y allí pese a la poca visibilidad, frente a frente, dos mundos, que una vez compartieron el mismo espacio, y que ahora luchaban por repartirlo.

Luis, no se resistía a perderla, el sabía que la historia de su amor la escribió un poeta, que aquel cantante de esos que improvisan la letra con una música común, había visto la belleza que ocultaban sus almas al besarse, y al percibir la sonrisa en los labios de Marta había adivinado su amor, oculto, tímido e indeciso para otros.....pero latente, visible, desvergonzado y decidido para él, y lo había pregonado a modo de canción.

Al fin y no sin esfuerzo la luna salió de su escondite y su luz fue a chocar con la mirada de ambos, el empuje hizo que sus miradas se tambalearan, él la sostuvo unos segundos entre sus brazos, para evitar que ella cayera, ella cerró su paraguas, lo tiró lejos y ambos empezaron a danzar dejando que sus cuerpos se empaparan bajo la lluvia.

Ese agua lavaría su triste recuerdo, su resistencia a volverlo a intentar y al ritmo de su danza frenética, una sola palabra danzaba de un corazón al otro sin saber en cual quedarse, hasta que exhaustos y al abrigo de un fuego chispeante, los sintió tan cerca, que decidió dejar la mitad de sus letras en cada uno de ellos, a él le dejó “ AM” y a ella “OR” y al despertarse la noche había hecho el resto y la palabra “AMOR” había unido sus letras igual que ellos habían vuelto a unir sus mundos.

Brisa Urbana

Abstracto

Casi cada mañana coincidíamos, primero en el portal, luego en el autobús y por último en el ascensor de la empresa.

Su traje gris, aunque a veces lo llevará de otro color, su mirada también gris, aunque en realidad tenía los ojos azules, y lo más curioso su maletín, que también era gris, aunque su piel marrón se empeñaba en conjuntar con sus zapatos también grises.

Nunca contesto a mi saludo, nunca levantó más que lo imprescindible su mirada del diario. El era gris.... pero yo a todas luces era invisible.

Una vez salía del ascensor mi invisibilidad, se llenaba de formas, colores y volvía a la realidad. El no estoy segura, pero a veces a unos despachos de distancia una sombra parecía bailar al ritmo del tiempo.

En esa mañana fría de enero, ambos habíamos coincidido de forma casual a una hora más temprana de lo habitual, las calles desiertas, el autobús con dos únicos ocupantes, con un conductor distinto, y el ascensor de la empresa, dormitando en la planta baja, pero con sus puertas abiertas, en actitud acogedora.

Un destello en su mirada me hizo pensar al entrar en el ascensor que no entraba sólo, yo estaba con él, una lenta sacudida y una luz de emergencia que se encendió en el interior dominado por la repentina oscuridad, me hizo pensar.... que......., pero deje de pensar cuando pausadamente pronunció mi nombre y en aquella oscuridad pude ver un paraíso de colores donde minutos antes sólo existían sombras.

Brisa Urbana

Sala de espera

Ella estaba sentada en una sala de espera de un hospital cualquiera, no importa el nombre, ni el lugar, probablemente la escena se repetía en cualquier otro hospital al mismo tiempo.

El corazón le empezó a latir más lentamente de lo habitual, podía distinguir a los pacientes de sus acompañantes por sus miradas, por su postura, aunque todos y cada uno de ellos emitía unas vibraciones densas, de tensión mal disimulada.

Faltaba aire, no existía ninguna apertura en la pequeña sala donde se encontraba inmersa que comunicará con el exterior, hasta el punto que sus otros sentidos empezaron a percibir el aire viciado que se respiraba.

La intimidad en aquellas cuatro paredes era inexistente, se puso a escribir con el único objetivo de aislarse y así aislar y respetar a los otros ocupantes de la sala.

Por un momento necesito sentirse diferente, distinta a los otros pacientes. Le costó controlar un sentimiento egoísta que empezó a formarse y que le repetía como para tranquilizarla que ella no pertenecía a ese lugar, estaba de paso, después de ese pensamiento no se atrevió a mirarles a los ojos, su primera impresión le había hecho ver que probablemente los otros.... no estaban de paso.

La puerta se abrió y al pasar oyó un quejido que provenía de detrás de una cortina, al principió era un simple quejido, después...... una cara, ya no era sólo un quejido, era una persona que sufría, quiso animarle pero no pudo, el silencio se lo impidió.

Al salir....., un sentimiento de alivio y de vergüenza le invadió, bajo la mirada de nuevo, pero ya nadie la observaba, tuvo que detenerse unos segundos para respirar, y dejo que el aire la recorriera, después empezó a andar y ya no se detuvo.

Brisa Urbana

La Claraboya

El Sol y Brisa habían sido muy amigos cuando ella era una niña, a Brisa le gustaba la calidez del sol cuando la acariciaba, le gustaba su color amarillo parecido al de su pelo, le gustaba cuando se filtraba a través de la claraboya de su habitación para despertarla, recordándole que había comenzado un nuevo día, y también le gustaba jugar al escondite con él, intentándole descubrir escondido entre las nubes, a través de pequeños rayos que se escapaban incapaces de estar quietos.

Durante mucho tiempo se hicieron amigos inseparables, Brisa lo encontraba a faltar sobre todo cuando las nubes se enfadaban, se oscurecían y se peleaban entre sí, disputándose su amistad con gran estruendo, y el sol dejaba caer sus lágrimas en forma de lluvia. En esos días, a ella le gustaba dejarse empapar por su agua para demostrarle al sol cuanto le apreciaba.

Por las noches cuando el sol se retiraba a descansar, dejaba a su amiga la luna para que vigilará sus sueños, por eso Brisa nunca tuvo miedo a la oscuridad, se sentía segura al percibir un rayo de luz y de esperanza en forma de amistad entrando por su ventana redonda.

Pero un día casi si darse cuenta Brisa se hizo mayor, empezó a hacer amigos nuevos, conoció a alguien especial, cambio de habitación y en su nueva habitación no había claraboya, sólo una ventana convencional, por donde el sol y la luna a veces se lastimaban al entrar, Brisa estaba cada vez más ocupada y poco a poco su amistad se fue enfriando y acabaron distanciándose.

La oscuridad quiso hacerse su amiga, pero a Brisa no le gustaba, por eso decidió instalar una claraboya virtual, para que los rayos de luz pudieran filtrarse a través de ella como cuando era una niña.

Brisa Urbana