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Claraboya

¿Realidad o Ficción?

Mirando al infinito

Mirando al infinito

Agazapada en una tenue sonrisa de jadeos apenas audibles, con la mirada perdida en ese murmullo de tu miedo, que pegajoso, empieza a transpirar por mi piel, quedando adherido a ella como un mal recuerdo.

Cierro la puerta. Sin portazos que identifiquen mi frustración. Sin lamentos que evidencien la tristeza que recorre enrojecida mis venas. La cierro en una mezcla de suavidad y firmeza -Así ha de quedar- Afirmo sin palabras.

Perdida entre miradas desconocidas que emergen desafiantes a cada nuevo paso, siento que, lo mejor está por venir. Alguien se detiene a pocos centímetros de mi boca, solo veo una especie de torso bien esculpido, me temo que he elevado a públicos mis pensamientos y en la escalada hasta su mirada, una cálida y firme mano impide mi caída al abismo en el siguiente paso. Es la tuya. Has regresado y tu perfume ahora resulta irresistible. Hueles a infinito, como si de mi mirada se tratara, con su halo de esperanza.  Continuará....

 

Brisa Urbana

 

Diecisiete de febrero

Diecisiete de febrero

Miro hacía arriba, un reloj me vigila desde la pared de enfrente, me mira inquisidoramente, empujándome con el látigo riguroso de su minutero, como si no contara mi opinión, de como medir el movimiento de mi vida, el transcurso de mis días. Sin embargo hoy, no estoy dispuesta a dejarme amedrentar por su rigor, sigo caminando a mi propio ritmo, como si el camino que estoy trazando en este momento, fuera lo único real de mi existencia, lo único que importará.

En este momento no me importa mucho llegar demasiado pronto, no contemplo la posibilidad de llegar demasiado tarde, quizás por que de una forma intuitiva siento que el momento en el que llegue, será el momento adecuado para hacerlo.

¿Hacía donde voy? No estoy muy segura de ello, pero creo que eso tampoco importa demasiado al menos por esta vez, así que a pesar de que el sentido de la orientación no es el mejor de mis sentidos, va a ser imposible que me pierda. Creo que éste, va a ser uno de mis mejores viajes. Vuelvo a mirar el reloj de tiempo, sigue marcando la misma hora que antes, seguramente mi determinación le ha disuadido de su cruel misión. Ahora yo soy la única que decide cuanto tiempo pasa de un minuto a otro, durante unos instantes una densa quietud me alcanza, me observo, estoy paralizada, logro arrastrar mis pies, mientras las manecillas del reloj enloquecen para recuperar el tiempo perdido.

Brisa Urbana

Fotografía: Brisa

Besos que son BESOS

Besos que son BESOS

¿Alguna vez te hablé de como son mis besos?

Besos imantados que se pierden en tu nuca mientras te vas, enredado en esa puerta giratoría, igual que te sucede con esas miradas desconocidas en las que viajas cada tarde, sumergido en un vagón de tren, mientras regresas a tu jaula de cristal dispuesto a morir una noche más....

Lucia deja caer sobre la cama de la 309, la nota de una cita a medio escribir, exhausta por el dolor que le produce el deseo de imaginarse a Raul quitándose la ropa, le duele la impotencia del placer roto, le duele el olvido que sabe abandonado como cada mañana en la sonrisa de Raul y aprieta los ojos para ver si así logra atenuar el martilleo constante de su recuerdo.

Lucia cierra el libro produciendo un pequeño sonido con sus tapas, como para alejar esa historia de su mente, otro sonido la atrae, apagado por el deseo que le produce la imagen de Raul perdida en el espejo o en su piel, Lucia apenas acierta a escuchar la pregunta que Raul le hace casi en un susurro.... ¿Alguna vez te hablé de como son mis besos...?

Presa ya de su boca, Lucia calla la respuesta. Sabe que los besos no se pueden explicar.

Brisa Urbana

Imagen: Tomada de google, desconozco su autor ¿Alguien lo sabe?

Fantasía consumada

Fantasía consumada

No me gusta entrar en un ascensor con un desconocido, no me gustan los pantys y no me gusta llevar vestidos de cremallera para ir a trabajar, prefiero los trajes de chaqueta, pero ese día rompí dos de esas premisas.

Nos deslizamos en el ascensor, mi descuidada mirada se estremeció al sumergirse en el particular mar de tus sentidos, y ante mi propio desconcierto  me olvidé de mí primera regla. Había roto con la tercera y mi exclusivo vestido, lucía en su espalda una traviesa y seductora cremallera. Así que fiel en ese día solo a las medias suaves y sensuales que cubrían mi piel, dejé que el resto formara parte de otra mujer, mi otra yo.

Te reconocí al instante, y mientras recuperabas el aliento perdido al recordarme, un flash recorrió mi memoria, y se detuvo unos meses atrás cuando nos alejamos sin casi, poseernos  pesé a la mutua atracción. Aquel traslado inoportuno rompió la posibilidad de nuevos encuentros. Lara... me nombraste con la voz de tu piel en un silencioso grito,  Rogert,  acaricié sin palabras tu nombre, con esos labios que deseaban hablar desde tu boca.

No fue hasta al cabo de unos minutos, ensimismados en el placer que nunca fue, que nos percatamos que el ascensor se hallaba detenido entre dos pisos, la alarma no funcionó, el móvil sin cobertura y el edificio aún dormido. Leíste el pánico en mi mirada y olvidaste el olvido pasándome tu brazo por la cintura en un abrazo tranquilizador. Ese abrazo actuó como detonador y en un efecto domino, nuestro deseo fue recorriendo como un cálido escalofrío todo mi ser y ya no pudo parar, como una sepsis de amor, tus labios empezaron a acariciar mis besos, o fueron mis besos los que buscaron tu piel, o mis manos quienes besaron todo tu mundo con sus caricias, haciéndolo suyo, haciéndome tuya.

Y como un guerrero con deseo de victoria de un reino de sensaciones, de placer, del otro, al igual que en las guerras los combatientes se inundan de ceguera y locura, la una y la otra se apoderaron de nuestro universo de pasión y  ensordecimos por nuestros gemidos. Las únicas que permanecieron intactas fueron las medias, benditas medias, imagen sensual de mis secretos que finalmente fueron retiradas como botín, como bandera, como recuerdo que guardaste entre tus manos, como para atrapar el tiempo. Ya no nos importaba que las puertas del ascensor no se volvieran a abrir nunca más, era tal la intensidad del momento, que toda nuestra vida, nuestro mundo, se condensaron en ese instante, en el que el tiempo perdió su razón de ser. 

Fuera, los bomberos cómplices silenciosos, aguardaron a que cesaran los latidos, los suspiros y recomponiendo su voz alguien desde fuera dijo, tranquilos, en unos minutos abrimos, y abrieron y nuestras puertas no se volvieron a cerrar.

Brisa Urbana

Explosión de sensaciones

Luz de sol o de hombre, que reposa en mí piel
que palpita desbocada, encubierta por el viento.
Rayos que me alcanzan como dedos de manos irreverentes,
que dejan huellas imborrables, hiladas entre sí,
tejiendo un velo de pasión, pasión sin fin.

El atardecer no muere, nace la noche,
igual que un beso, en otro beso no termina.
Igual que se anclan unos labios entre sí
de los que el alma no quiere separarse.

La luna se enreda en nuestros cuerpos,
a través de los árboles, asomando entre las nubes,
que desean ocultarla, eclipsarla,
pero ella que es llena, lo llena todo.

Luz de luna o de mujer, que reposa en tú piel
mí luz se convierte en muchas lunas,
que enloquecen resbalando en nuestra piel
en un guiño atemporal de sensaciones,
que explotan sin control a la razón.

Brisa Urbana

Pegado al alma

Cansada del ruido abrumador que se interponía como una barrera insalvable entre mi corazón y mis pensamientos, dotando a éstos de un color grisáceo, de un sonido monótono, de un desalentador abismo entre mis dos mundos, que deseaba fueran uno fuerte y sólido.

Opté una vez más por huir del frío cemento, del horizonte metálico, de la densa polución, en busca de mí pequeño oasis, el pulmón a través del cual me permitía respirar, recuperar el aliento, acumular energía, en definitiva me permitía continuar viviendo.

Pese a que estaba a escasos kilómetros de mi hogar, me veía obligada a utilizar mi vehículo para el desplazamiento, empezaba a convertirse en un hábito, cuando notaba que las fuerzas me abandonaban...... a pesar de mi resistencia inicial, poco a poco sucumbía a la necesidad de escapar, y escapaba......, no era sólo un desplazamiento físico, era un desplazamiento integral.

Aquel día absorta en mis pensamientos, no me fijé en como paré el motor, como salí del coche, como empecé a caminar, ni siquiera en que camino tomé, simplemente me desprendí de las piezas de ropa que me incomodaban, deje mi maletín lleno de documentos en el asiento trasero del coche, me saqué los zapatos y con ellos, los restos de la supuesta civilización de donde procedía y empecé a caminar descalza sobre la húmeda y mullida hierva.

Atenta al sonido del agua al entrechocar con las piedras, sólo era consciente de los rayos de sol que se filtraban entre los árboles, y que dotaba a éstos un color y una luz indescriptibles. El agua estaba fría, bueno más bien helada, pero yo en mi ensimismamiento no detecté el cambio de temperatura hasta que al cabo de un rato note como mi piel iba cambiando de color y me di cuenta del tiempo en que había estado ausente, fuera de mí.

Salí del agua y en un pequeño claro me tumbé suavemente sobre la manta verde y mullida, deje que el sol me acariciará, que los colores y las flores me besarán, que sus olores me cubrieran y desee permanecer así...... en esa posición, quieta, inmóvil incapaz de romper el hechizo.

Miré y miré sólo quería llevarme esa belleza pegada a mi alma. Frente a mí un árbol centenario me observaba, sentí la necesidad de acercarme y abarcarlo entre mis brazos, había oído y leído sobre la energía que transferían los árboles al abrazarlos, no sabía........ pero allí simplemente desee hacerlo y lo abracé, cerré los ojos, respiré profundamente, de mis pies crecieron raíces invisibles que se entrelazaron con las del árbol, de mis brazos crecieron ramas, líneas difuminadas que ascendían guiadas por los rayos de sol hasta lo más alto.

Mis pensamientos habían cesado, mi mente en calma, sólo era capaz de disfrutar del momento, empecé a percibir su energía, igual que antes era capaz de percibir la polución, con la misma densidad y supe que la próxima vez que deseará disfrutar de esa sensación, de esa energía, ya no necesitaría huir, porqué había descubierto como encontrarla, sin necesidad de moverme de casa.

Brisa Urbana

Rescate

La oscuridad era casi absoluta solo un pequeño rayo de luz que se filtraba por una apertura imposible de tapar le permitía distinguir la noche en la que estaba totalmente sumergida o el día que aparentemente continuaba su ritmo fuera de la habitación donde de forma voluntaria se había recluido.

Era tan densa que sus ojos la podían ver, sus oídos podían percibir su silencio y sus manos, su cuerpo entero podían tocarla, hasta parecía tener olor porque su nariz también podía olerla. Su cuerpo aletargado no quería moverse, no quería dejar de sentir esa sensación que le producía la oscuridad, era todo lo que su ser podía experimentar en esos momentos.

No sabía como en que momento había llegado a ese estado, si había llegado por méritos propios o inducida por otros, pero ahora ya no le importaba, de hecho parecía no importarle nada, sus pensamientos iban espaciándose cada vez más hasta llegar a ser casi inexistentes.

Al principio casi no la notó, la mano que se posó en su hombro la saco del letargo, primero fue un simple contacto casi imperceptible como no podía moverse no podía rehusarla, después noto que la presión se hacía más fuerte y se sintió fundida en un abrazo. Como si de una explosión incontrolable se tratará todas sus células reaccionaron al unísono y el hielo de su alma empezó a fundirse y comenzó a entrar en calor, le gustó tanto la sensación que simplemente se dejó llevar, primero fue su cuerpo que empezó a sentir, luego fueron sus ojos que empezaron a ver la luz y por último fue su mente que empezó a pensar, pero ya era tarde para abandonar, un sólo abrazo había obrado el milagro.
Brisa Urbana