Los límites de la verdad están en nuestra capacidad para gestionar sus consecuencias.
Brisa Urbana
La verdad es algo que crece en nuestro interior a partir de nuestra percepción del mundo que nos rodea. Creemos que lo que escuchamos, lo que interpretamos de la realidad es la verdad y se va fraguando en nuestro interior como una especie de melodía cuyo estribillo acabamos repitiendo una y otra vez, hasta que acaba formando parte de nosotros como si siempre hubiera estado ahí.
Con el tiempo, decoramos ese espacio para que sea más agradable o para que duela menos, dosificando la metamorfosis de la experiencia recibida en nuestro interior.
Cada uno recibimos la realidad en base a nuestras creencias, así que existen infinitas verdades de una misma mentira, mientras nos preguntamos donde está la línea que las separa, mientras evoluciona.
Me gusta sentir mis verdades susurrándome en la piel, surgiendo como una caricia, silenciosa, cálida, avanzando lentamente hasta el infinito de mi ser como una mirada, que a veces se cruza con otras manos, que me producen un efecto domino de sensaciones, con otros ojos, que no necesitan hablar para expresarse...
Y así despacito voy construyendo un mundo de verdades e interactuando con otras verdades a cachitos, enteras o a medias, que resuenan en mi interior, que crecen conmigo, que me transmutan, que me hace caer y levantarme, que me conectan, que hacen ser verdad.
Brisa Urbana
